domingo, 22 de julio de 2012

Serenata de la locura y el cuerdo

Se levantó de mañana,
temprano, muy temprano;
el sol ni asomaba
y tomó su guitarra.

Se asomó al jardín,
afinó las cuerdas
y se dejó llevar enamorada.
Tocó la serenata.

Encontró su inspiración en los astros,
en los detalles cotidianos.
En las miradas de los ancianos,
en las palabras de los estimados.

Se cuestionó por horas enteras.
"¿Qué ves, cuándo me ves?".
Como dice la canción,
pero invocando al cielo en la tierra.

Ambos.
Testigos de la serenata que cantó.

El cuerdo, por su lado,
decidió no emitir su voz.
Se sentó a observar
toda esa imagen que lo desbordaba.

La locura danzó entre los sonidos.
Pensó poco.
Lo poco que pensó fue
¡Qué loco!.

Y se echó a reir
de manera incontenible.
Al punto tal que contagió
al cuerdo y su comodidad.

El cuerdo se levantó,
ató sus zapatos.
Tomó su saco gris apagado.
Hizo un vistazo general y salió.

Salió a oír la serenata de la locura.
Caminó y mientras lo hizo
vió su propio reflejo
en un estanque cristalino.

Mientras el sonido se acrecentaba,
rasgó su saco con violencia
y se dejó llevar por la serenata
de la locura y su pasión.

Como si el mar supiera hasta dónde tiene que llegar.
Como las nubes que no dejan su función.
Como los cielos no caen sobre la población.
La locura y el cuerdo fueron el equilibrio perfecto.


Mujer con sombrero azul.
Pablo Picasso




"Porque para tocar el borde real,
hay que ser un poco loco
y un poco cuerdo"


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