Soy como la madre que besa
a su niño en la frente.
El canto espontáneo
que un ave elevó al cielo.
El millón de estrellas
que aguardan
ser descubiertas.
Soy las manos tibias que
secan tus lágrimas por las noches.
He sido cubierto de cortinas,
cuando tu corazón confundido,
se encontraba en derroches.
He oído tu respiración cortada
en medio del desierto.
Tu grito desenfrenado
en un colectivo a punto de estrellar.
Tu abrigo, tu confidente amigo.
El Padre de tu lírica,
y quien te invita a pasear.
A pasear sin decir nada.
A fluir en tu mirada.
Y en lo etéreo del cielo,
dejarme llevar
por tu sonrisa inquieta
que me mira al despertar.
Soy YO. Solo YO.
En el día más sombrío,
la brisa en tu pelo,
el aire entre tus dedos.
El río que afrenta a tu enemigo
y te defiende sin cesar.
No me puedes comprar.
No me puedes seducir.
(Mas me puedes contristar)
YO, solo YO, puedo
cambiar tu corazón
que corrupto y fallido
intenta sobornarme con palabras.
YO, solo YO. Y nadie más que YO.
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