sábado, 19 de mayo de 2012

Afuera llueve (y acá también)


No sé si es el frío contra el vidrio.
o es el calor que lo está empañando.
No sé si es la gota que surca la ventana
o el sonido de tu voz en mi mirada.

La espesa niebla bajó en Mar del Plata
y dejó entrever  el reflejo de la luz.
De una manera deslumbrante.
Admirable. Fascinante.

Mis ojos no están borrosos.
Sé lo que estoy viendo.
¿Acaso puedes escuchar los truenos?
¡Sal con un paraguas que afuera esta lloviendo!.

Otra vez te digo.
                        AFUERA está lloviendo.

Y llueve. Llueve sin cesar.
Y caen las gotas que empañaron el vidrio
pulido de tanta suciedad.

Y se dejó regar el pensamiento de aquél,
que a la espera de la gloria se tomó otro café.

La espesa niebla bajó en Mar del Plata.
Consigo trajo palabras que fueron como medicina a mis oídos.
Socorros en el desierto
que perdido y sin brújula transité.

Vuelvo mi rostro a la luz de un farol solitario.
Mis ojos no están borrosos, sé lo que veo.
Le canto a mi corazón.
Afuera está lloviendo. ¿Puedes escuchar los truenos?

Continuo el viaje por un camino sinuoso.
Los espejismos de la desolación quieren enredarme.
                                                                               (Mas no podrán)
Venderme humo como trofeos de gloria
y deshonra que jamás entenderé.

No es que ande de corrido. Bien dijo Machado ayer.
"Caminante NO hay camino. Se hace camino al andar"

Al andar de un pasaje estrecho.
Pero que entra por una puerta espaciosa.
Al andar por lugares ocultos.
Que serán reconocidos en lo público.

Porque estimado mío,
NO hay camino que se presente
que no puedas transitar...

Mis ojos no están borrosos.

Sé lo que estoy viendo.
¿Acaso puedes escuchar los truenos?
¡Sal con un paraguas que afuera esta lloviendo!.

Otra vez te digo.
                        AFUERA está lloviendo.



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