viernes, 3 de agosto de 2012

Salmo inédito

 Minutos antes de entrar a la cueva, 
tal vez, David pensó en algo similar ;
mientras huía.

Ese muro de silencio,
es lo que no quiero palpar.
Es el eco de mi voz,
alejándome de la tuya.


Es la cueva sola y fría,
la que intento esquivar.
Es el balcón lujurioso
que me invita a pecar.

Para qué quiero victorias,
si a lo lejos tú estás.
Para qué quiero fortunas,
si mi alma en bancarrota está.

Para qué danzar frente al pueblo,
si no hay música que alegre tu cantar.
Para qué seguir corriendo,
si el enemigo me alcanzará.

Mejor muerto,
que el silencio.
Mejor partido,
que vivir entero.

Con tu silencio.

Vuelve.
Vuelve.

Ahórrate los momentos 
censurados y vuelve.
Que mi alma por tí,
muere.

Siento el frío de tus lágrimas.
Vuelve.

Tu columna me ha dejado.
Grito desde lo profundo de mi ser:
¡Vuelve!

Para qué seguir hablando,
si tu guardas silencio.
Para qué quiero la vida,
si tu presencia está muy lejos.

Vuelve. 
Te necesito.
Vuelve.

"Y aunque pasen mil silencios, pronto sé que me hablarás"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te pareció esta lectura?