¡A cazar se ha dicho!
El día que recién comienza
y ese pensamiento absurdo
no le da tregua a su cabeza.
Arremanga sus pantalones,
para arrojarse en el fango sucio.
Estará dispuesto a nadar entre juncos
y corrientes adversas.
Con la escopeta en mano,
municiones en otra.
La mochila con algunas provisiones.
El viaje promete ser largo.
Se equipara para una guerra sin fín.
Como si armarse de coraje
no fuera lo suficiente.
Como si su presa fuera demasiada fornida.
Se desliza sutilmente por la barranca.
Delimita su territorio,
se mimetiza entre los pastos.
Los animales le respetan.
¡A cazar se ha dicho!
Aunque no ha visto a su presa.
Va y viene.
Huele el miedo entre las copas de los árboles.
Que susurran a lo lejos.
Susurran a lo lejos.
Se asoma la luna llena.
El aullido del lobo
en el silencio de la noche.
¿Dónde estás cazador?
¿Acaso te has desorientado?
Pasan las horas,
su vista se cansa.
Sus lomos le pesan.
Sus sentidos empeoran.
¿Dónde estás cazador?
¿Acaso te has desorientado?
Entre las sombras de la exuberante selva,
un muchacho se asoma.
¿Es a mí a quién buscas?
Le golpeas al viento.
He escrito kilómetros de muros,
tengo un corazón encendido.
Mis brasas no duermen,
le puse fín a tus días.
Corre cazador, corre.
Tu guerra hoy se termina.
Despídete de los tuyos.
Porque tu final se aproxima.
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